jueves, 28 de octubre de 2010

La Mosca

Aquella mañana de Septiembre, a sus 13 años recién cumplidos, se sintió mayor y hermosa. En comparación a esos compañeros de curso, que durante los días de clases la molestaban tirándole el pelo, golpeándole la espalda, o escupiendo sobre ella una que otra grosería, de mofa a su apariencia física. Se bañó como lo hacía siempre, cada día por medio y con agua fría, bajo un chorro de ducha similar al de una manguera, en su humilde cuarto de baño en población Independencia. Esta vez se pondría perfume, por si lograba llamar la atención de “Chaparro”, el chico tímido del curso que se sentaba detrás de su mesa.

Odiaba sus lentes. Esas grandes estructuras negras rescatadas como del siglo pasado, conformadas por dos cristales mohosos, gruesos y desproporcionados, que ocultaban su estilizado rostro moreno y velludo. Era el accesorio culpable por el cual todos la identificaban como “La Mosca”. Pero entendía que sin ellos, difícilmente podría distinguir las miradas burlonas de los que siempre, con una renovada palabrota, la recibían todas las mañanas a eso de las 8:00 AM, en la única escuela pública que aceptó matricularla en Octavo Grado.

Se amarró su pelo abundante y negro en una larga cola bajo su mollera, contrariando por primera vez la estricta orden de su anciana madre, que era llevar dos trenzas a cada lado para evitar la pediculosis, pues tenía la mala fama de atraer los piojos como imán sobre metales. Esa mañana se fundó en una nueva mujer, decidida a abandonar la amargura de sus clases pasadas, eliminar los malos recuerdos de patadas y rechazos, para sentirse desde ese día, la mujer más afortunada de todas las que se paseaban por la plaza mayor, de aquel olvidado pueblo.

Tomó su bolsón, caminó las 20 cuadras que restaban a su Escuela y entró erguida, indiferente, pero dispuesta a la primera sonrisa de alguien que la saludara con agrado. Ese día fue el comienzo de una nueva vida para “La Mosca”. Sus compañeros y profesores lo notaron. Detrás de esa imagen de niña huérfana con lentes feos, se proyectaba ante todos la que sería hoy en día, después de 16 años, la principal mujer emprendedora del puerto. Una morena como esculpida, atractiva y simpática, dispuesta a conversar con cualquiera en cuatro idiomas.

7 comentarios:

Roddo dijo...

Bonita historia. Es tuya?

Estás resultando ser todo un personaje!

:-)

almendra dijo...

A esad edad, muchas burla y no nos damos cuenta coMo eso marca en el ser humano!!!
resulto ser tOda una bety la fea jejeej.... que bien por ella le torcio la manoa al destino!!

LadelosSuenios dijo...

Que linda historia!!!... Superación a toda prueba.

La belleza es cuestión de actitud... definitivamente!!

Saludos!!

Sólo Adán dijo...

Es una historia real, y Ella podría ser el personaje ideal para cualquier novelista. Pero siento que su vida recién comienza.

No al "Bulling" (maltrato estudiantil) en las Escuelas Chilenas!

area 12 dijo...

por desgracia las escuelas estan llenas de MOSCAS y no siempre sus historias tienen el final feliz que ha tenido la mosca de tu relato.
Gracias por tocar este tema tan actual como de toda la vida

alfonso dijo...


Una historia con final feliz y una buena reflexión sobre el bulling, azote en algunas escuelas (cuando el niño está en un crucial periodo de formación)... o en los centros de trabajo.
En tu historia, afortunadamente, la superación no lleva a la venganza... que sería otro final.

Saludos

CR & LMA
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Nataly P. dijo...

me gustan las personas que son lo que quieren ser.

A mí me cuesta un montón ser y actuar como quiero, pero supongo que es solo cosa de actitud, así como la protagonista.

Saluditos