lunes, 26 de marzo de 2007

Verano Sin Vacaciones

El viento frío de marzo, volvió con tanta notoriedad durante las cortas tardes del día, obligando a los sureños en general a usar camisetas y uno que otro sweater. Es que ya estamos en otoño y no me di ni cuenta como pasó volando este verano. Por lo mismo y en un afán nostálgico, he querido hacer un balance de lo que fue mi temporada estival 2007.

Comparado con el verano anterior, éste me sorprendió con unos cuantos kilitos de más. Aunque la “pancita” se venía arrastrando desde el 18 de septiembre pasado, la falta de ejercicio diario y los variados asados veraniegos, incrementaron mucho mas el “volumen corporal”. Afortunadamente, una de las ventajas de bañarse en una playa que no es Reñaca, La Serena o Pucón, es que lucir una figura “esbelta” es lo que menos importa si se trata de “echarse guatita al sol”. Era cosa de ver con cuanta personalidad señoras con evidente sobrepeso, daban a conocer a los bañistas, la buena calidad de sus trajes de baño al resistir tanta tensión.

Otra característica de este verano, es que su comportamiento climático fue bastante desordenado y variable. Tanto así que por unos días, me sentí estar en un país tropical. Hubieron semanas con lluvias, días de mucho calor, días con fuertes vientos... y viceversa. Dicen que la culpa de este comportamiento anormal la tiene “El Niño” (el fenómeno por supuesto).

Ósea, un verano muy singular que no pude disfrutarlo en pleno. Me lo pasé entre papeles, facturas, reuniones latosas y uno que otro reemplazo odioso. Mientras algunos colegas disfrutaban de las promociones de viajes a Argentina y Brasil, me tocaba dar la cara por malas gestiones de jefes irresponsables. Como legalmente todavía no cumplo un año laboral en la institución donde estoy, obligado a solucionar “cachitos ajenos”. Pero bueno, así no más es la cosa. Peor hubiese sido estar sin trabajo, aunque me hubiera evitado unas cuantas rabietas menos.

Igual disfruté de uno que otro fin de semana para tomar "solcito" y "ponerse moreno". Lo bueno de todo es que la playa, el campo y el río, están muy cerca de mi casa. Pero aún así, de algo me di cuenta. Ya no estaba el mismo ánimo de veranos anteriores. Como se dice: los años no pasan en vano. Esas ganas locas que tenía de salir corriendo a romper olas o de quedarse hasta bien tarde en la arena, haciendo de todo menos algo productivo, como que se perdió definitivamente. Creo que hasta encuentro mas frías las aguas de la playa Millaneco y muy lateros los nuevos team veraniegos. Metía mis pies por diez minutos a la orilla y ya salía tullido. Hasta el sol alumbraba distinto ¿Será que me llegó muy luego “el viejazo”? No sé. El asunto es que al fin y al cabo, no siento tanto el no haber tenido vacaciones. Igual me hubiese gustado un viajecito a Chiloé o Argentina. Simplemente no se dio (lamentablemente). Pero estoy en gestiones de “hacer la pata” con la administradora, a ver si se apiada de mi y me da una semanita para disfrutar unos pocos días “bien a concho”.

Pero después de todo este balance, lo que mas me queda claro es una sola cosa (y aunque suene frívolo decirlo): Por primera vez en mi vida, me quedo con un verano sin vacaciones.